Mi proceso de sanación

 
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Había estado lidiando con problemas a la piel durante siete años ya,

pero en ningún momento había estado claro lo serio que realmente era y que estábamos hablando de cáncer.


Cáncer suena tan duro. Siempre escuchas de alguien que lucha contra él y todo el sufrimiento que trae consigo. Pero esas historias siempre parecían estar tan distantes a mi realidad. Un día me enteré de que alguien quien había sido muy cercano a mi estaba siendo confrontado con la enfermedad y le tocaba mirarlo a los ojos. Me quedé en shock. Pero al conocer su historia, pude convencerme de que él necesitaba pasar por esa experiencia para aprender su lección en la vida.

¿Pero yo? Nunca, en un millón de años, se me habría ocurrido que terminaría en la misma posición, confrontada a lo que hoy en día parece ser la enfermedad de nuestra sociedad. Agradecí que dentro de todos los tipos de cáncer, el de Piel es el más “manejable”, por decirlo de alguna manera.

El cáncer parece ser la enfermedad de nuestra sociedad.

Aquí estaba yo, cuando un día, un nuevo médico que acababa de empezar a ver me mira a los ojos y me pregunta: "Entonces, ¿qué vamos a hacer con esto? Cumplirás 28 el próximo año, la conclusión de tu cuarto ciclo de 7 años, y con eso, una nueva responsabilidad en la vida que debes asumir". Me explicó que en la medicina antroposófica se dice que nuestro ángel de la guarda siempre nos está cargando en su manos protectoras, nos salvan una y otra vez de esos tropiezos, caídas, choques... Pero que a los 28 años, éste abre sus manos y nos deja emprender nuestro viaje solos, para asumir la plena responsabilidad de nuestras vidas. Me explicó también, que si no empezaba un proceso de sanación inmediato, los riesgos de empeorar o incluso caer en otro tipo de enfermedades, aumentaría significativamente.

En ese momento estaba claro para mí que tenía que regresar a casa - a Lima - ya que iba a necesitar un sistema de apoyo emocional estable, que me sostenga. En poco tiempo me encontré renunciando a mi trabajo, dejando mi apartamento y planeando un escape a la India. Fue una parada que tuve que hacer para finalizar el ciclo antes de comenzar todo el proceso (más sobre este viaje en otra publicación).

Llegué a Lima sintiéndome confundida, insegura y desorientada.

¿Qué había pasado? Me sentía bastante segura y confiada justo antes de irme de Berlín ... Me di cuenta de cómo había liberado por completo todos los límites de seguridad que había creado para protegerme y me estaba dando permiso para "sentir". Sentir lo que realmente estaba pasando dentro mío - finalmente. 

Mi energía vital siguió disminuyendo, nunca antes me había sentido tan "ida" y realmente no podía reconocerme en el espejo.

Estaba tan débil que ni siquiera pudimos comenzar el tratamiento que había venido a hacer de inmediato ya que mi cuerpo no iba a ser capaz de asimilarlo físicamente.

Stop.

Tuve que parar, jalar del freno de mano y aprender una nueva lección: aprender a no hacer nada. Simplemente asimilarlo, liberarme de todas las responsabilidades, la culpa y la presión social. Tuve que dejar ir la glorificación de estar ocupada todo el rato y desligar mi autoestima a mi productividad diaria. Estas habían sido características que había ido adoptando durante los últimos 10 años aproximadamente. Hora de dejar ir.

Día tras día trabajé en ello, practiqué la paciencia y el autocuidado y eventualmente logré alcanzar un nivel de energía vital saludable, hasta que pude comenzar a reconocerme lentamente de nuevo. Estaba emocionada de finalmente comenzar el tratamiento y observar cómo reaccionaría mi cuerpo.

Necesitaría recibir inyecciones tres veces a la semana, y necesitaba aprender a inyectarme sola - lo cual era un desafío más para mi, que debía superar de inmediato.

Hecho.

Cada inyección era dolorosa y, por lo tanto, la regularidad de ellas no era muy agradables. Comenzamos con una dosis muy pequeña y se suponía que la ibas a ir aumentando lentamente con el tiempo. Los resultados físicos se iban a medir en base a una pequeña lesión que tenía en la frente. Justo después de la primera sesión, y a pesar de la baja dosis, ya podía ver un cambio en mi frente - estaba eufórica!

Después de un tiempo mis niveles de energía fueron aumentando cada vez más y mi Yo lentamente regresaba a mi. 

Cuando existe cáncer, el "Yo" se separa de la persona. Lo que la medicina antroposófica hace con el paciente a un nivel espiritual, es traer de vuelta el "Yo", para que se vuelvan  a conectar y sean capaces de sanar. A nivel físico, estimula la autodestrucción de las células cancerígenas para que dejen de crecer y existir.

El tratamiento duró aproximadamente 4-5 meses. Hubieron retroceso - aprendí que ningún camino de sanación es lineal. Daba cinco pasos hacia delante y luego dos hacia atrás. Me frustraba, me molestaba conmigo misma, hasta que aprendí a aceptarlo y entender que era parte de la sanación. 

Teníamos unas semanas más hasta mi cumpleaños, los 28, que era como “la fecha límite” y me comenzaba a poner nerviosa...debía acabar el proceso antes de esa fecha. 

Me enfoque, hice lo que debía hacer y de un día para otro mi doctor me dice: “Ananda, estás lista! Te veo como Ser completo y justo a tiempo para recibir tu nuevo año.” 

“Uff” pensé, fue un alivio inmediato y no podía estar más feliz! 

De esta manera nos preparamos para hacer un bello ritual el 5 de julio, con mis personas escogidas y lista para cerrar el cuarto septenio, sana y contenta.

Lo que pasó después, esa es otra historia :)